La justicia de la Nación electoral responsabiliza a la organización de la Ciudad de los conflictos y demoras; en el distrito porteño dicen que faltaron presidentes de mesa y que los reemplazantes no estaban lo suficientemente capacitados
Asimismo, el ausentismo de las autoridades de mesa, agregados a una acumulación de errores de gestión y técnicos, devinieron en las fallas que presentaron las elecciones a jefe de gobierno porteño, que colocaron en riesgo inclusive a la elección de autoridades nacionales llevadas a cabo en las mesas dispuestas en la Ciudad.
Es necesario aclarar que fueron dos elecciones superpuestas y simultáneas con distintos responsables: la elección de presidente y vice fue organizada por la Justicia Nacional Electoral, y precisamente, por tratarse de la Ciudad, por la jueza federal María Servini, como en las últimas 30 votaciones. Por otra parte, paralelamente se realizó una elección a jefe de gobierno, que organizó el gobierno de la Ciudad de buenos Aires, mediante el Instituto de Gestión Electoral, que seleccionó la votación electrónica.
En tanto, la justicia nacional electoral, desde la Cámara Nacional Electoral hasta la jueza Servini, tiene una posición crítica desde hace tiempo acerca del mecanismo de voto electrónico. Entienden que no es del todo seguro y que en la mayoría de los países del mundo lo están dejando de lado. Al mismo tiempo, existe un oficio de Servini a las autoridades de la Cámara advirtiendo acerca de estos problemas de organización, y un comunicado de la Cámara que habló de “un mal sistema” de votación de la Ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, todos responsabilizaron al Instituto de Gestión Electoral de la Ciudad por los problemas surgientes. Al mismo tiempo, Servini dijo que si hay problemas con el voto electrónico, esas complicaciones no debían detener la votación de presidente y vice con las boletas de papel. Buscaba proteger así la votación de las autoridades nacionales.
Aunque al mismo tiempo, le critican a la Ciudad que las elecciones porteñas las llevó a cabo un organismo sin experiencia y sin autoridades formalmente designadas.
En tanto esto es lo que en tribunales califican como una “falta de institucionalidad” de parte de la Ciudad de Buenos Aires, ya que el Instituto de Gestión Electoral era presidido por Ezio Emiliozzi, un funcionario radical, cuya designación no había sido refrendada por la Legislatura porteña y que se conservaba gracias a un decreto de Horacio Rodríguez Larreta. En tanto, Emiliozzi, antes de ser director electoral, era director general de la Unidad Administrativa de Control de Faltas.
Asimismo, en pleno proceso electoral, y tras días de firmar una licitación de 26 millones de dólares en favor de la empresa MSA (MagicSoftwarre Argentina), a quien otorgó la realización de los comicios con estas máquinas de votación electrónica, Emiliozzi finalmente renunció. Esto fue el día 14 de julio.
No obstante, adujo el agravamiento de una cardiopatía. Aunque, quienes estuvieron con él comentaron que lo vieron en buen estado de salud aunque apenado por el fallecimiento de un familiar cercano. Asimismo, Emiliozzi se llevaba muy mal con Servini y existían serios problemas de coordinación con la justicia nacional electoral.
Por otra parte, en el macrismo indicaron que Emiliozzi se fue porque se veía venir esta desorganización en las elecciones y se abstuvo. Ante esta situación, eligieron omitir.
Asimismo, el gobierno de la Ciudad designó a Federico Fahey Duarte, un joven funcionario recibido de abogado en la UBA en 2005, con una maestría, y que era gerente operativo de Administración de Procesos Electorales del Instituto.
Durante el mes de abril, Larreta anunció que se iban a realizar elecciones “concurrentes” y que se iba a votar a jefe de gobierno de forma electrónica, pero no hubo una organización al detalle en estos cuatro meses. Por otro lado, esto se vio reflejado en la elección porteña. Asimismo, fue la necesidad política de cumplir con el radical Martín Lousteau, lo que motivó la separación de los comicios y el anuncio de esta forma de votación. Fue la causa de un problema que no se solucionó a tiempo.
Por otra parte, desde el momento que se supo que este era el mecanismo se activaron las charlas de capacitación para autoridades de mesa y se colocaron máquinas en las esquinas de la Ciudad para que los electores practicaran. Así, se llevaron a cabo 11.000 charlas de capacitación, incluso hasta ayer, en la Legislatura y en los Tribunales.
Aunque por otro lado la otra dificultad fue producto del ausentismo de las autoridades de mesa, indican en el Instituto de Gestión Electoral, donde reconocen problemas, pero los adjudican a esta situación. Por otro lado, las ausencias ocasionaron que no se abrieran las mesas a tiempo o que los que llegaban a votar se convirtieran en presidentes de mesa sin capacitación. Así fue como en una mesa en la Facultad de Ingeniería, donde el presidente de mesa se levantó y se fue, hastiado de la desorganización y de los insultos que recibía por parte de cada elector. Por otro lado, una chica de 22 años se ofreció como voluntaria y sacó adelante la mesa.
La situación fue también que en algunas mesas se votó de forma simultánea con la boleta de papel y la electrónica, pero en otras no se respetó este mecanismo, lo que demoró el proceso. En caso de que se hiciera en simultáneo, la fila debía fluir, si se hacía por separado, una votación después de otra, todo tardaba más.
En tanto, la justicia electoral convocó a tres y hasta cuatro autoridades por cada mesa, pero aún así no bastó y esto explica por qué hubo mesas con más demoras que otras.
Por otra parte, la otra dificultad fue técnica. A la vez, se descompusieron 111 máquinas de votación, de acuerdo a los datos de la Ciudad -y 240 según los datos de la justicia nacional electoral-. Lo cierto es que en cada caso actuó la empresa MSA, proveedora de las máquinas de votar, que debía acudir a cada colegio a hacer los reemplazos. Aunque la tarea no se podía llevar a cabo sin la autorización de la justicia electoral.
En tanto en el distrito porteño dijeron que el problema de las demoras no puede explicarse por las máquinas rotas, ya que son menos del 2% del total. Al mismo tiempo, indicaron que se usaron 8770 máquinas en toda la elección en la Ciudad y que las fallas de las descompuestas no sería suficiente para explicar las demoras.
Por otra parte, en otras elecciones en Salta o Neuquén, la empresa MSA actuó de forma independiente, reemplazando los equipos que no funcionaban. Indican que la justicia electoral si bien realizó una auditoría sobre las máquinas que fue superada con éxito, hubiera sido mejor continuar realizando pruebas para evitar inconvenientes técnicos y demoras.